martes, 24 de mayo de 2016

Porque de su Pleroma Tomamos Todos

PORQUE DE SU PLEROMA TOMAMOS TODOS
por Gilberto Muñiz Ríos

«Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Juan 1:14-18)

El cristiano no es atractivo por su sistema religioso ni por su rigidez espiritual, sino por la cantidad de gracia que permita que emane de él por causa de una relación viva con el Cristo resucitado. Cristo representa la imagen misma de la presencia del Dios. Se caracterizaba porque estaba lleno de gracia y de verdad. Su gloria estaba mezclada con la gracia y la verdad, que lo distinguía de un mundo de tinieblas y demandas, de reglas y reglamentaciones, de requisitos y expectativas demandadas por los líderes religiosos de aquel tiempo.

De esta forma aparece el Señor en escena, lleno de gracia y verdad. Así lo introduce Juan, ministrando en una forma totalmente diferente. Un Cristo viviendo en una forma distinta, impactando a las personas de una manera extraordinaria. Él introdujo un estilo revolucionario de vida, por eso es que el verso 16 dice: «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia». Aquella plenitud en Cristo marcó la vida de los primeros discípulos, los marcó de tal manera que quienes lo aceptaron, recibieron también su compasión. El estilo de Cristo se convirtió en su propio estilo. Absorbieron su amor y su misericordia. Esto fue tan poderoso que a fines del siglo primero, doce hombres con quienes nadie hubiera podido hacer nada, fueron transformados poderosamente por la potencia de la gracia de Dios.

El gran apóstol Pablo fue fariseo de fariseos, circuncidado al octavo día, de la tribu de Benjamín, y en cuánto a celo más que todos los demás, tuvo que entender que todo aquello debía dejarlo como basura con tal de ganarse el conocimiento de aquél que lo había amado, lo había abrazado, de aquél que por gracia lo salvó. ¡Maravillosa gracia! El sistema legalista es tan rígido que no da espacio para el gozo. A causa de esto muchas familias han sido destruidas, matrimonios quebrados, hijos que hoy están en el mundo como consecuencia del legalismo, que reprimen, que son inflexibles y que no permiten disfrutar la vida.

En el tiempo del Señor no solo existían los mandamientos dados por Dios a través de Moisés, sino que también, los fariseos agregaron la dogmática de la interpretación de cada uno de ellos. De esa forma comenzaron a limitar la alegría de disfrutar de la naturaleza, de los hijos, de los nietos, de la vida misma porque para ellos todo era pecado. 

Lamentablemente, aun en nuestro tiempo hay algunos que todavía están envenenados por el legalismo y no pueden disfrutar de sus familias por estar envueltos en el ministerio. Eso es legalismo. Dios quiere que usted disfrute tanto de la familia como del ministerio. Cuando la motivación no es el agradecimiento sino pagar de alguna forma el favor de la gracia, eso es legalismo.
Gilberto Muniz Ríos
Aguadilla, Puerto Rico
Publicado en la edición 1, pág. 7
10/04/2016

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